La exquisitez de lo familiar
“Amarella” se erigió como uno de lugares gastronómicos más atractivos del centro santarroseño. De la mano de la familia Cofré y en una dirección con mucha historia en la ciudad, ofrecen platos de bodegón muy abundantes junto a opciones veganas o para distintos paladares.
El reloj marca que ya es casi el mediodía y el paisaje céntrico es todo lo contrario a un jueves habitual. Las calles vacías y el silencio invitan a disfrutar el sol otoñal en el feriado del 1º de Mayo, pero el estómago empieza a crujir en busca de alguna opción que haga honor al descanso del trabajo. Y ahí están los hermanos revolviendo dos ollas diferentes y bien humeantes, una con el locro tradicional y otra con la opción vegana. Los Cofré saben que no habrá pausa cuando lleguen los pedidos y ahí estará “Amarella” para concretar esa máxima popular que asegura que ‘panza llena, corazón contento’.
“Es un emprendimiento netamente familiar. Nosotros dos nos fuimos a Bahía Blanca a estudiar diferentes carreras cuando terminamos el colegio secundario y después de varios años todo se fue dando para empezar este proyecto junto con nuestros padres. Y acá estamos desde el 2022”, cuenta Pedro Cofré (34 años), quien junto a su hermano Alexis (32) están a cargo de la cocina mientras Pedro (61) y Silvia (56) son los responsables de la atención al público y otras tareas en el restaurante de la calle Sarmiento 137 –el número de teléfono es 2954 612411- que abre los lunes al mediodía y de martes a sábado en doble turno.
“Estudié Ingeniería Electrónica, luego cambié a Diseño Gráfico y finalmente terminé en la cocina. No pensaba que era algo que me iba a enganchar tanto”, describe Pedro mientras que Alexis sí tuvo una elección más temprana vinculada a la gastronomía.
“En principio me fui a estudiar Farmacia pero después me metí en cocina y me recibí de Cocinero Profesional. Enseguida surgió la posibilidad de trabajar en el hotel Mercure durante un buen tiempo, hasta que me fui a trabajar a Perú durante un año, en una experiencia muy enriquecedora porque anduve por distintos lugares. Cuando volví a Santa Rosa surgió la idea de hacer algo juntos con Pedro porque él ya estaba en un emprendimiento de una hamburguesería así que estaba metido en el tema”, detalla el menor de los hermanos.
Abundancia de bodegón.
Milanesas gigantes, bifes de chorizo, variedad de pastas, pastel de papa, tartas, pizzas, empanadas, postres. La carta es tan amplia como tentadora. Para sentarse a comer y recibir la mejor atención, para pasar y llevarse a casa, el trabajo o cualquier sitio o para encargar por teléfono. En Amarella están todas las posibilidades para darle un mimo al paladar.
“Hacemos de todo un poco porque es una carta más de bodegón, de olla. Los platos son muy abundantes y casi no te queda lugar para el postre. Las opciones salen casi todas, ya sean las carnes, las pastas, las pizzas. Las milanesas y las empanadas son muy pedidas por delivery y todos los días tenemos un menú diferente. Al estar en el centro hay mucha gente que pasa, se lleva su pedido, come y sigue trabajando”, resalta Pedro en la charla con LA ARENA.
“Trabajamos mucho con el hotel San Martín, que está a la vuelta (en Pellegrini y Alsina, frente a la estación de tren) y como llegan muchos viajantes desde el hotel los mandan para acá. Pero lo cierto es que es muy variada la gente que viene, también muchos estudiantes. Hay clientes que piden tres o cuatro veces por semana, otros cada tanto. Por supuesto que depende de la posibilidad económica de cada uno, pero incluso el que está más apretado al menos una vez a la semana, si puede, dice ‘hoy no quiero cocinar’, y hace un encargo”, agrega Alexis.
Los cambios en los hábitos de la alimentación modificaron la demanda y por eso hay muchísimas posibilidades de acuerdo a cada cliente. “Creo que hay un lindo movimiento en la gastronomía de la ciudad, muchos lugares nuevos y con ofertas diferentes. Está bueno porque Santa Rosa siempre se caracterizó por ser bastante básico en ese sentido. Nosotros preparamos hamburguesas veganas por ejemplo, lo mismo el locro que preparamos para el 1 de mayo. Hay mucha gente que va mucho por el lado de comer sano entonces tenés que ofrecer esa chance”, aseguran los Cofré.
Historia.
La ubicación de Amarella enseguida remite, para gran cantidad de habitantes de la capital pampeana, a un lugar que era una referencia en los ’80 y los ’90 a la hora de buscar comida, que era la rotisería La Oriental, de la familia Aimar.
“Es una referencia constante, mucha gente nos comenta y nos pregunta, incluso cuesta que se acostumbren a que ahora es un restaurante y no una rotisería, pero también nos sirve un montón porque ese buen recuerdo de lo que era La Oriental hace que mucha clientela se acerque y así nos conocen”, remarca Pedro.
Los Cofré no se quedan quietos y más allá de buscar siempre distintas opciones gastronómicas en su carta, también piensan en ampliar su lugar físico y tentar a diferentes públicos.
“La idea es extendernos a lo que es el garaje de al lado y abrir algo más dirigido a un público juvenil, con cervecería, hamburguesas. Abrir un patio, es decir generar otros espacios y recibir más gente. Movernos nos incentiva y creo que eso es una buena señal para seguir creciendo”, destacan desde Amarella.
Familia.
Las bandejas con locro empiezan a desfilar por el local y en la cocina el aroma inunda la atmósfera con un perfume embriagador. Los hermanos revuelven en las ollas, sirven y coordinan con Pedro y Silvia para que todo salga en orden.
“Es lindo trabajar de esta forma porque tenemos mucha confianza. Junto a nosotros también trabaja un empleado y nuestra hermana está estudiando en otro lado pero siempre está pendiente y ayudando. Es un emprendimiento bien familiar y la pasamos bien”, subrayan los encargados de transmitir, a través de sus recetas, lo mejor de una tradición y de un presente que se escribe todos los días con lo mejor del sabor y la exquisitez.
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