Sabado 18 de mayo 2024

“Los coroneles” vienen marchando

Redacción 05/05/2024 - 00.13.hs

El atletismo es una escuela de vida. Y en su desarrollo mucho tienen que ver esas personas que trabajan todo el tiempo, esforzándose, en silencio, sin la pretensión que las grandes luces las iluminen.

 

MARIO VEGA

 

“Más rápido, más alto, más fuerte”. Es la frase que el Barón Pierre de Coubertin pronunció en la inauguración de los primeros Juegos de la Edad Moderna, en Atenas, en 1896. “Más rápido, más alto, más fuerte”. Una manera de señalar que no hay límites para el hombre, o la mujer, para alcanzar las metas que pudieran haberse trazado.

 

Para quien esto escribe –y para una gran mayoría- el deporte es una magnífica escuela de vida; el vehículo adecuado para el desarrollo personal y social de quien lo practica: enseña a tratar de superarnos, a respetar al adversario y, en síntesis, conlleva autodisciplina y responsabilidad.

 

El deporte en el alma.

 

Siempre he considerado que deportistas no son solamente los que luchan por una medalla en cuanta competencia participan, los que se consagran campeones, los que se suben al podio por ser los mejores en cada disciplina. Esos son los de elite, los que dotados de capacidades físicas más desarrolladas -y/o tienen más talento- sobresalen.

 

Pero deportistas también son –y no tengo dudas- esos anónimos que se esfuerzan en la práctica con un fervor digno de encomio. Los que no salen en los diarios, pero hacen actividad física todo el tiempo, en cualquier disciplina de que se trate. Esos también llevan el deporte en el alma… y son deportistas. Claro que sí.

 

La humildad como bandera.

 

En la amplia gama de disciplinas, debo confesar que tengo por los atletas una consideración especial. Diría que los admiro… sobre todo a aquellos que –como quedó dicho-- no pelean de manera permanente por un lugar en el podio. Aunque esa sea su aspiración.

 

Se me ocurre además que el atletismo iguala a las personas, porque para llevarlo adelante hacen falta nada más que ganas. ¿Porque qué precisa una persona para convertirse en atleta? Un pantalón corto, una camiseta o camisolín, un par de zapatillas... y casi nada más. Aunque en realidad, si se profundiza un poco en el tema se verá que en realidad se necesita algo inmaterial que al cabo es mucho más que eso: espíritu, sacrificio, capacidad para adaptarse a las dificultades… y un buen grado de humildad.

 

Aquellas tardes en el Estadio.

 

Recuerdo esas tardes en el Estadio Municipal –cuando no estaba la actual pista de tartán en el el Parque Recreativo Don Tomás- a un ramillete de chicos y chicas haciendo horas de entrenamiento… todos los días. Por allí andaban entre otros Eduardo Necol, Raúl Risso, Olga Navarro, Alicia Coronel, Susana Sánchez, Élida Gino, Silvia Eberhardt, Rubén Naval, Abel Faidutti, Daniel Dubié, Mary y Analía Cobos, los hermanos De Oro, El Loro Aymal, Jorge y Luis Varela, Guillermo Di Liscia, Daniel Albarracín, Horacio Glusko y Teresita Corral.

 

Cerca, colaborando, Oscar De María (como dirigente) y los profes Juan Carlos Gavazza y Horacio González… y una presencia fundamental, un todo terreno: Juan Carlos Vega. Ellos le dieron forma a AJYD (Agrupación Juventud y Deportes), institución señera del atletismo provincial.

 

Por puro placer.

 

Era un grupo de amigos que, además de divertirse, hacía deportes.

 

E insisto, los admiraba. Por su responsabilidad, por ese esfuerzo de todos los días y por esa modestia que –repito- parece ser patrimonio de los atletas. A lo mejor es sólo una idea, pero lo veo de esa manera. Después, obviamente llegaron nuevas camadas que resultaron herederas de aquellas que tornaron importante la actividad entre nosotros.

 

Los atletas son para respetar, claro que sí. Ellos saltan, corren, hacen lanzamientos y no están esperando los flashes de una cámara fotográfica o de la televisión. Lo hacen por puro placer de ir más rápido, más alto, más fuerte…

 

Manda una mujer.

 

Hace un tiempo me llama la atención la conformación de un grupo numeroso que, bajo la denominación de “Los coroneles”, se presenta en distintas competencias atléticas comandados por una dama. Esto nada extraño –que esté al mando de una mujer-- considerando que se están empoderando en todos los ámbitos de la sociedad para ocupar lugares de responsabilidad, A la par de los hombres, como debe ser.

 

¿Por qué “Los coroneles”? No tiene que ver con un grupo militar, ni nada por el estilo. Sólo que la “jefa” es Coronel, Alicia Eva Coronel. De allí “los coroneles”…

 

Alicia es de aquel grupo de atletas que empezaron a marcar un camino hace ya varias décadas, y sigue transitando esa senda aportando desde sus conocimientos y su aptitud para conducir grupos.

 

Medio parientes.

 

Nacida en Toay se crió en Carro Quemado, donde sus padres Cecilio Coronel y Elvira Gutiérrez, tenían campo. Hizo allí la primaria y cuando llegó el tiempo de la secundaria vino a Santa Rosa, a la casa de la tía Delia, donde permanecía hasta que llegaba el tiempo de las vacaciones cuando debía volver a su pueblo.

 

Alicia tiene dos hijos: Juan Carlos y Anabella. Ambos le dieron nietos. El varón a Juan Ignacio (“Nachito”); y la mujer a Micaela (terminó el secundario), Rubens (va al colegio y juega en Santa Rosa Rugby), y Milena (hace danzas urbanas). Pero hay más, porque están los bisnietos Nahuel y Angelina, hijos de Micaela.

 

Debo decir que hemos sido “medio” parientes con Alicia, porque estuvo casado con mi primo Juan Carlos Vega (periodista fallecido joven hace más de una década).

 

Inicios en el deporte.

 

Es verdad, es un poco difícil seguir la saga de los Vega porque son varios Juan Carlos. Está el abuelo (hoy tiene 96 años) que fue campeón pampeano de ciclismo en sus años mozos; después viene quien fuera creador de AJYD, atleta y también inquieto periodista; y está el conductor de “Tribuna” y de la Sección Deportes en Noticiero 3 en el canal estatal. Carlitos para su madre.

 

Alicia, como quedó dicho, vivía en el campo y llegó a Santa Rosa para hacer el colegio secundario en el Colegio Normal. “Era buena alumna”, dice, en una división en la que tenía como compañeros, entre otros, a Horacio Glusko, Elena Elorriaga y Sapo Carrizo… “Ahí empecé mi vinculación con el deporte, creo que en 1972. Teníamos de profesora a Noemí Delú de Russo, que nos incentivaba, y así empecé a ir al Estadio Municipal a correr. Yo vivía en el Barrio Pampa, y la pasaba a buscar a Olga Navarro todas las tardes… teníamos unas buenas caminatas, pero no lo sentíamos. Llegábamos a las 6 de la tarde y estábamos hasta las 9 y media de la noche… todos los días. Fueron tiempos hermosos. Volvíamos a veces bastante tarde, pero eran momentos en que no había ningún peligro”, recuerda.

 

Alicia, la atleta.

 

El entrenador era Juan Carlos Vega (más tarde se convertiría en su esposo y llegarían los hijos), que ya se ponía la pilcha del gran dirigente que iba a resultar. “Yo hacía 100, 200 y 400 metros, y también lanzamiento de bala”, rememora.

 

La vida de Alicia, y la de casi todos esos pibes era simple y de plena felicidad. “¿Salidas? No, casi que no… sí entrenar, competir, viajar mucho a distintos pueblos, participar de los Juegos Deportivos Pampeanos, ir a encuentros nacionales de las distintas categorías… ¿Y sabés una cosa? Muchas veces, casi siempre en realidad, nos tocaba ir a competir en micros de línea… Juntábamos la plata como podíamos y nos arreglábamos. Si hasta recuerdo que una vez a Fernanda Wals, que representaba a Argentina le tuvimos que comprar la camiseta nosotros... Era así”, reafirma.

 

Nace la entrenadora.

 

Casada muy joven fue dejando la práctica para volcarse a la enseñanza, que le gustaba y mucho. Mientras practicaba había adquirido sus primeros conocimientos de la disciplina de Juan Carlos Vega… “El más que nada se nutría de libros, y además se encargaba de organizar los entrenamientos y de organizar la actividad… Estaba solo en eso, y más tarde llegaron Dardo Pacheco y Omar Lastiri, entre algunos otros”, recordó Alicia.

 

Y cuenta: “Empecé a hacer cursos para poder entrenar, porque me gustaba más que competir… y puedo decir que es mi gran pasión. Mis hijos se llevan 6 años, eran chicos y había que atenderlos, pero igual me las arreglé para capacitarme. Hice cursos de la IAAF (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo); también tres o cuatro en el Cenard (Centro de Alto Rendimiento Deportivo); y por otra parte iba a Mar del Plata donde tenía de instructor a Fernando Rodríguez Facal, que era de La Pastoril, justamente… que fue entrenador de la Selección Argentina e incluso estuvo un par de años en Rusia capacitándose y con él aprendí mucho”, precisó.

 

“Bastante milica”.

 

“¿Cómo soy como entrenadora? Dicen que exigente, brava… Y tal vez sea cierto, porque a los que ingresan a mi grupo les advierto que es posible que logren cosas, pero que van a sufrir. Sí, soy bastante milica”, admite. Y entonces habrá que coincidir en que eso de “los coroneles” no está para nada desacertado.

 

Agrega que “el atletismo es individual, y empieza casi como una necesidad física y mental, y por eso al que le gusta tiene que entrenar y sacrificarse. Empecé con las categorías inferiores, un poco con todas las especialidades, en el estadio de 18 a 21.30”.

 

Campeones argentinos.

 

Echa una mirada hacia atrás y se da cuenta que lleva “casi medio siglo vinculada al atletismo, porque empecé en 1979 u 1980, por allí”.

 

Por sus manos pasaron atletas que fueron campeones de Argentina, como Adriana Sosa, Lucía Fernández, Darío Gatica, Fernando Torres, Fernanda Walls, Germán Funes, Mario Epinal, Ramiro Festa… “Han sido 25 campeones argentinos desde que empecé a entrenar. Y en maratones internacionales también tuvimos grandes satisfacciones, como el primer y segundo puesto que consiguió Alfredo Aguirre en Mendoza y Tucumán… Hubo muchos destacados, incluso algunos que no llegaron a un título argentino pero que eran muy competitivos y grandes deportistas”, suma.

 

También el bicicross.

 

En un momento su papel de madre la llevó a relacionarse con el bicicross. “Sí, porque Carlitos (Juan Carlos) y Anabella competían y los acompañaba. Ellos iban a entrenar en la pista que está al lado del Aeropuerto y yo los iba a buscar todas las tardes… Fuimos a campeonatos argentinos, y entonces hasta me animé a transmitir por radio las pruebas en que intervenían los chicos de Santa Rosa. Lo hacía en dupla con un señor del sur. Pero además tuve un programa sobre atletismo en Radio Nacional… fue entre 1980 y 1985, y ahí difundía la actividad y llevaba invitados. Y me gustaba, claro que sí”, reafirma.

 

Surgen “Los coroneles”.

 

Hace unos diez años Alicia se decidió a armar su propio grupo. “Arrancamos con cinco chicos, Soraya Moya, Alfredo Aguirre, Mercedes Torres, Natalia Ervitti y Carlitos, mi hijo. ¡Hoy tenemos 90 atletas!”, dice con alegría. Y vaya si tiene razón para entusiasmarse, porque en el equipo hay personas no sólo de Santa Rosa y otras localidades de la provincia; sino también de Neuquén, San Luis, Mendoza, Entre Ríos y provincia de Buenos Aires. Se hace una planificación semanal y llevamos adelante un seguimiento… Ahora en la última A Pampa Traviesa tuvimos entre otros destacados a Osvaldo Espíndola de Mendoza (supo vivir en La Pampa), que antes había ganado los 21 kilómetros y ahora compitió en los 42”..

 

Lo que viene.

 

Alicia explica que “por lo general” el grupo se encuentra “en pruebas nacionales o internacionales. Y tenemos planificadas algunas competencias puntuales como A Pampa Traviesa, la Maratón Internacional de San Juan, la del Valle Argentino en septiembre, las dos pruebas 21 y 42 kilómetros de Capital Federal; y ahora mismo nos estamos preparando para ir el 26 de agosto a San Rafael (Mendoza) donde nos vamos a juntar los 90 del equipo”.

 

La semana venidera “Los Coroneles” –varios de ellos y ellas- tienen un compromiso muy difícil. “Vamos a Vallhöll, en la Cumbrecita, con doce atletas. Ahí se anotan Pilar Diez (la mejor pampeana en A Pampa Traviesa) y Paolo Federico, que van a correr 80 kilómetros”. Pero habrá otros que correrán “menores” distancias: 55 kilómetros, 32, 21 y 15; y está el caso de alguien que hará 38 kilómetros. Y me sorprende saber de quién se trata, porque no es otro que Daniel Rally, Juez en la Justicia provincial. No lo tenía al magistrado en esto.

 

“Ni pienso en el retiro”.

 

Ayer mismo Alicia Coronel estaba en la pista del Parque Recreativa, porque había un torneo y, por supuesto, su equipo participaba en algunas pruebas.

 

“Es que esto es mi vida…”, dice como si fuera necesario explicarlo.

 

Y sigue proyectando, porque “ni pienso en retirarme… tengo la idea de seguir armando el mejor equipo de La Pampa. Esta es una actividad donde participan además padres, hermanos, maridos, hijos… El atleta se tiene que multiplicar, porque tiene la familia, por ahí tiene que llevar los chicos al colegio, y además de estar abocado a la vida de todos los días tiene que cumplir con el entrenamiento”.

 

No quiere dejar de mencionar a colaboradores “muy importantes”, como el cardiólogo Julio Pachado; el kinesiólogo Francisco Hansen; y también muchos consultan al médico deportólogo Pablo Swinnen.

 

La vida del atleta.

 

Y agrega: “Encima para el que practica es todo gasto, sobre todo al momento de viajar o tener que pagar una inscripción. Pero así es la vida de un atleta… entre alegrías y emociones… bajar un tiempo en una prueba es una alegría; y también ver el grupo consolidado, unido, que se ayudan… es reconfortante”.

 

En un momento de la charla Alicia un poco se turba por la emoción al recordar a “viejos” maestros. “Recuerdo ahora cuando en pleno auge estaban Félix Martín, Hugo Magario, Alfredo Daratha, Dardo Pacheco, y muy especialmente extraño a Raúl Risso, con quien éramos muy compinches… Creo que no se ha renovado el staff de entrenadores pasionales… Porque la verdad es que nadie nos pagaba en esa época, y armábamos equipos y clubes a base de padres y rifas, cenas, loterías, empanadas… Sí, ya sé, otros tiempos”, agrega casi con resignación.

 

Y asegura: “¿Si tengo sueños? Creo que los de todos: que mi familia continúe por el mejor camino, con mis hijos, nietos y bisnietos sanos, felices… ¿En el deporte? Seguir… no me voy a retirar. No me van a sacar tan fácil”, enfatiza.

 

Y claro que tenés que seguir… porque los que hacen docencia resultan imprescindibles… También en el deporte.

 

Corriendo en alpargatas.

 

El atletismo tiene cosas hermosas. Se puede hacer en cualquier lugar, haya o no una pista. A veces en los pueblos de la provincia los chicos entrenan en las calles, y se da que suelen surgir verdaderos talentos.

 

Alicia Coronel cuenta la pequeña historia de Nahuel Villalba, de Telén, que la primera vez que lo vieron –el chico tendría 13 ó 14 años-- se presentó en la línea de largada –en Telén, su pueblo-- con su pantalón corto, el camisolín… y alpargatas. “Fue increíble, porque arrancó la prueba, le sacó una buena distancia a los demás, y hasta se hizo tiempo para parar en un control a tomar agua, ver dónde venían sus adversarios, seguir hasta la meta… ¡y ganar!”.

 

Hasta los medios porteños se hicieron eco de esa anécdota. Hoy el chico estudia Educación Física en General Pico.

 

Cabe agregar que su hermano Wálter fue campeón argentino de 10 kilómetros y estuvo en la Selección Nacional; y la hermanita menor, Belén “Pitu” Villalba, entrena en laa calles de Telén guiada por su mamá, Marcela, y dicen, es la joyita que se viene en nuestro atletismo.

 

Por suerte hay muchas historias como ésta. De esas que valen la pena contar.

 

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