Domingo 14 de abril 2024

Una madre y sus dos hijas fueron timadas por un trío de videntes

Redacción 19/07/2008 - 02.07.hs

(General Pico) - La mujer sufría un bajón anímico y recurrió a tres promocionados videntes y curanderos. La convencieron de vender el campo y para alejar el mal, de entregarles el dinero por 48 horas. Desaparecieron con 235 mil dólares.
La historia tiene ribetes increíbles. Pero es absolutamente real y las víctimas son tres mujeres, madre e hijas, engañadas en su buena fe y estafadas en una suma de 235 mil dólares, por tres inescrupulosos personajes -dos hombres y una mujer- que se presentan como los "Caciques Sandokán".
La denuncia fue radicada en la noche del jueves en la Comisaría Primera, pero el timo comenzó a gestarse el pasado 28 de junio, cuando las mujeres decidieron recurrir a una consulta, después de leer un aviso publicado en un diario local, donde estos "taitas videntes, espiritistas, santeros, curanderos, pitonisas y rezanderos" ofrecían curar poco menos que los males del universo.
La mujer mayor no pasaba por un buen momento anímico y la oferta de los Sandokán probablemente le sonó como un bálsamo. "Curamos enfermedades desconocidas, retiramos brujerías, hechicerías, maleficios y salamientos. ¿Escucha ruidos extraños? ¿No le rinde su dinero? ¿Sus animales se mueren? ¿Sus cosechas no prosperan?", leyó a la par de un "testimonio de fe" de otro supuesto doliente que agradecía a los "Caciques".

 

Engaño.
La mujer, de 60 años y sus dos hijas jóvenes, de 21 y 29, creyeron y comenzaron pagando una consulta inicial de 30 pesos en un domicilio de la calle 106 entre 17 y Fraternidad, donde "atendían" los curanderos.
Volvieron y ya fueron entrando un poco más en confianza. Y obvio, también brindaron los datos necesarios para que con el correr de las sesiones, los "taitas videntes" afirmaran, terminantes, suficientes, que "el mal estaba en el campo de la familia" y había que venderlo, desprenderse de él.
Desafortunadamente, el "consejo" llegó justo en un momento en el que las mujeres ya habían iniciado algunas tratativas de venta del establecimiento rural de su propiedad, ubicado en una zona del norte provincial, entre Ingeniero Luiggi y La Maruja.
Mucho tuvieron que ver en ello los años que hace que están solas, por la muerte del hombre de la casa. Esa circunstancia también fue aprovechada por los espiritistas Sandokán. El líder del grupo les aseguró a madre e hija que desde el más allá, el ángel protector de sus vidas, el marido y padre les "aconsejaba" la venta del campo.

 

Venta.
En el transcurso de la segunda semana del mes de julio, las mujeres concretaron la operación y vendieron el establecimiento rural a un productor de la zona de Realicó en una suma cercana a los 500 mil dólares.
El comprador les adelantó un pago de 235.000 dólares y las mujeres, tal como les había sido solicitado por los Caciques Sandokán, regresaron con los billetes de la moneda estadounidense, porque según habían sido instruidas, también había que sacar el mal del producto de la venta, es decir, del dinero.
Con una inocencia y una buena fe que supera todas las pruebas, las mujeres regresaron al domicilio de la calle 106 entre 17 y Fraternidad y pusieron los miles de dólares en manos de los santeros, que para entonces ya estaban preparados y montaron una escena digna de un ilusionista.
Entre la moneda entregada simularon detectar casi un centenar de billetes de 100 dólares y frente a los ojos de sus víctimas fueron encendiendo y quemando cada uno de ellos. Los investigadores están seguros que en realidad quemaron billetes falsos, fotocopias y no los 10 mil dólares reales.
Pero al mismo tiempo, le comunicaron a las mujeres, con voz grave y profunda, que debían dejar todo el dinero allí, para permitirles trabajar en el alejamiento del mal alojado en esos "diabólicos dólares". Les dijeron que iban a efectuar la "velación" del dinero para quitarle el mal.
Las mujeres así lo hicieron, sin dudar siquiera que pudiera tratarse de un timo, de una burda e infame estafa.

 

Huida.
Restando los supuestos billetes quemados, 225.000 dólares se quedaron en la vivienda de la calle 106 sobre el fin de semana pasado. Al día siguiente, cuando regresaron, el Cacique Sandokán que siempre las recibía ya no estaba. Había salido. Pensaron que era una cuestión de horas o de un día. Y volvieron al día siguiente, y al otro. Hasta que el jueves, con la evidencia de que algo estaba mal, se dieron por vencidas y se presentaron primero en la comisaría y luego ante el Juzgado Penal 2. Ante policías y magistrados radicaron la denuncia y narraron la terrible historia.
La realidad supera a la ficción más retorcida. Ni siquiera se conoce la verdadera identidad de los estafadores. Se sabe que uno es pelado, de unos 30 años y que el que aparecía como líder tiene unos 35 años y un físico grueso, trabajado. La mujer, regordeta, también tiene unos 35 años y tiene un bebé de menos de un año de vida.
Creen que pudieron haber llegado de México. Pero es apenas una presunción. También pueden ser colombianos o bolivianos.
Se confirmó que el garaje que utilizaban para atender, en la calle 106, le fue alquilado a una vecina piquense que les cobró por adelantado, sin contrato, por dos o tres meses y que poco conoce de la actividad de sus inquilinos.
En la tarde de ayer, no fueron pocos los que se acercaron a los cronistas de LA ARENA para expresar que no pasó desapercibida la cantidad de gente que llegaba para atenderse con los Sandokán. Y que en los últimos días de la semana, hubo algunas mujeres bien vestidas y con autos costosos, llamando frente al portón en forma desesperada. No podría descartarse, entonces, que aparezcan otros casos de gente engañada.

 


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