Miércoles 03 de julio 2024

“El derecho fundamental a educarse”

EL TRABAJO DE UNA DOCENTE COMUNITARIA EN ESCUELAS Y COLEGIOS DE LA PROVINCIA

 
Redaccion Avances 26/06/2024 - 08.15.hs

En la Escuela 217 del barrio Matadero de Santa Rosa cursan integrantes de la comunidad gitana, chicas y chicos con una cultura muy diferente pero que tienen su lugar en la educación pública pampeana.

“Cuando sea grande voy a ser doctora”, dice con total seguridad Genoveva y sus ojos redondos brillan de expectativa. En unos minutos va a participar en el acto escolar por el Día de la Bandera argentina pero antes quiere dejar en claro que ya tiene el sueño de vestir un ambo blanco con un estetoscopio que cuelgue de su cuello. Tiene sólo 8 años y en la fría mañana de un día previo a un fin de semana súper largo cruzó la avenida Circunvalación para asistir a la Escuela 217, el lugar en el que junto a otras niñas y niños de la comunidad gitana va a clases en un puente de inclusión que trabaja con el objetivo de cumplir con el derecho de educarse.

“A mí me gusta venir a la escuela y me gusta aprender con la seño”, asegura Genoveva y muestra la escarapela que tiene pegada en su pecho y que hizo junto a todo el curso en la clase de Plástica: reciclaron viejos compacts discs, los recortaron y pintaron y por eso en el medio resplandece un sol amarillo, el que distingue a la creación de Manuel Belgrano.



Junto a Genoveva está Milagros (13), además de Lisa (12) y Rosario (13) que en esa mañana de acto y tortas fritas van a ser protagonistas porque prometerán la bandera en una ceremonia que seguramente se replicará en miles de escuelas de la provincia y el país, pero que en la Escuela 217 “Luis Piedrabuena” del barrio Matadero de Santa Rosa tiene una significancia especial con familiares y docentes que preparan las cámaras de los celulares para registrar un momento que recolectará unos cuantos ‘likes’ en las pantallas.

“La 217 es una escuela de jornada completa, es decir que a la mañana las y los alumnos desayunan acá, luego tienen clase, al mediodía almuerzan en el comedor, siguen con clase y también se les brinda la merienda. Además, los martes y jueves se dan clases de apoyo al estudio en el marco del programa Vértice Educativo del Ministerio de Educación de La Pampa. La mayoría de los alumnos son del barrio Matadero pero también vienen de los barrios nuevos como el Esperanza, Néstor Kirchner, Pueblos Originarios, Reconversión y el ARA San Juan”, describe María José Torres (49) que realiza su trabajo como docente comunitaria en ese y en otros establecimientos educativos.



“La particularidad de esta escuela es que desde hace muchos años concurren chicos y chicas de la comunidad gitana ya que hay muchas familias instaladas en las cercanías, igual a lo que sucede en la Escuela 78 del barrio Atuel. A lo largo del tiempo han egresado muchos alumnos de la comunidad, ahora tenemos seis en total, y luego siguen su educación oficial en el colegio secundario Colombato y en el Fernando Aráoz. En mi caso trabajo también en la educación inicial con jardines de infantes, así que la vinculación comienza desde ahí”, describe Torres en una charla con LA ARENA.

- ¿Y cómo es esa vinculación de la Escuela con la comunidad gitana?

- Se trata de una comunidad con sus tradiciones y costumbres muy arraigadas, es cierto que son cerrados pero también es cierto que hay mucho prejuicio hacia ellos. En mi caso he comprobado que si nosotros nos acercamos se crea un buen vínculo, yo lo hice de a poco, me fui acercando y hoy cuando me ven enseguida me preguntan ‘¿cómo estás seño?’. El diálogo es fluido, costó pero se hizo y se va construyendo día a día. Esta semana por ejemplo fui a sus casas para informarles que Lisa y Rosario iban a prometer la bandera, para invitarlos y decirles que el jueves también asistían a la plaza San Martín para el acto central por el 20 de Junio.

Aprendizaje.
Si bien los chicos y las chicas cursan la educación pública oficial de la Provincia, tanto en sus casos como en el de sus familias sucede que no conocen la historia y las fechas especiales del país, como por ejemplo la celebración de la bandera celeste y blanca y de su creador.

“Cuando les comenté sobre la promesa a la bandera y el acto me preguntaron por qué era feriado y por qué no había clases, entonces primero hice como un breve relato acerca de la figura de Martín Miguel de Güemes (feriado del 17 de junio) y se fueron acercando interesados en conocer quién era y qué había hecho. En ese domicilio donde estaba viven varias familias con muchos niños entonces me miraban y se acercaban a preguntar. Luego les hablé de Belgrano, que no sabían quién era pero tenían ganas de saber, de conocer porque les llamaba la atención la bandera. Por eso es importante tener un buen vínculo, crearlo, fomentarlo y generar interés porque así se trabaja mejor en ese ida y vuelta entre ellos y la escuela".

Justamente de eso se encarga una docente o asistente comunitaria como María José, de generar una comunicación entre familias y escuelas, en este caso con una comunidad que desde hace mucho tiempo forma parte del entramado social de la ciudad y la provincia.

“Mi tarea es ayudar a crear una buena convivencia, soy un eslabón en ese contacto y no sólo intervengo en lo académico sino también en lo emocional, busco promover el bienestar en el aula y en la escuela siempre basándonos en el respeto al otro, a sus costumbres y cultura. Que sepan que estoy para ayudar y escuchar, soy ese nexo y si por ejemplo la directora, Carina Paz, me dice que determinado chico o chica hace días que no viene a clases, primero busco contactarme por teléfono, si no hay respuesta me acerco al domicilio y pregunto, busco saber el motivo y cómo se puede ayudar”.



Promesa.
Lisa y Rosario están nerviosas. La música desde la galería ya se escucha y el escenario está preparado. Suena el Himno Nacional, se pronuncian discursos con palabras que resaltan la figura del héroe patrio y luego llega el momento de la promesa.

“Sí, está bueno”, responde con timidez Lisa a la pregunta sobre qué les genera ser protagonistas en el acto escolar, y se oculta detrás de Rosario. No responden muy convencidas cuando se les consulta si les gusta ir a la Escuela pero enseguida aparece Genoveva, una especie de escudo para ponerse al frente de las respuestas. “A mí sí me gusta venir, la paso bien y aprendo”, dice con soltura la más pequeña del grupo y su sonrisa atraviesa cualquier obstáculo en la comunicación.

“Es importante fortalecer el vínculo cada día, todos sabemos que se trata de una comunidad cerrada y que mantienen, respetan y reproducen su modo de vivir, más allá del lugar en el que vivan. Dentro de ese panorama es clave saber que se puede lograr un acercamiento y una convivencia, sobre todo porque de lo que se trata es de llevar a cabo un derecho, es un derecho y no un privilegio que cada niño y niña acceda a la educación. Ese derecho hay que ejercerlo y respetarlo, es la base de nuestro trabajo”, afirma María José mientras se apura para dejar todo listo porque el acto ya empieza. “¡Sí, prometo!”, se escucha en la galería y todo se cubre de felicitaciones y fotos de celular. Genoveva aplaude y sus ojos y su sonrisa se abren bien grandes. Parecen soñar con un día trabajar en un consultorio, en un quirófano o en un hospital. Transitar por la escuela es un paso necesario e intransferible. Lo que venga será otra historia.



 

 

'
'

¿Querés recibir notificaciones de alertas?