Martes 02 de julio 2024

La envidia de los billonarios

Redacción 20/06/2024 - 00.12.hs

En momentos en que el desquicio del capitalismo ha llevado a que los activos generados por el sistema financiero internacional cuadrupliquen el PBI global, siempre vale la pena recordar que vivimos en un mundo de objetos, no de papeles.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Desde esta semana hay un cambio en el podio de las empresas más valiosas del mundo según Wall Street. Nvidia, una firma muy poco conocida hasta hace unos pocos meses, acaba de desbancar a Microsoft del primer lugar, luego de traspasar en enero pasado a Apple, que quedó ahora en el tercer lugar del podio. La medallista de oro tiene un valor en bolsa de unos 3.34 billones de dólares (lo que ellos llaman "trillones") cuando dos años atrás apenas si superaba el billón.

 

Envidia.

 

Es difícil creer que se trate de una mera coincidencia el hecho de que esta nueva estrella del mundo de la electrónica tenga un nombre que en español suena a "envidia", que junto a "codicia" constituyen los principales motores (cuesta llamarlas virtudes) del capitalismo salvaje. Más si tenemos en cuenta que la compañía tiene sede en Santa Clara, California, donde toda la vida se habló español, siendo como es, un territorio rapiñado a México a mediados del siglo XIX.

 

Allí en el podio, y en soledad, uno puede imaginarse a un feliz Jensen Huang, ejecutivo en jefe (CEO que le dicen ahora) de la firma, en pantalones cortos. No tiene ninguna figura que se le acerque entre los medallistas de plata y bronce. El creador de Microsoft, Bill Gates, se ha retirado de la compañía, y ahora se dedica a la "filantropía", esto es, la forma que tienen los millonarios de no pagar impuestos para que el estado no se lleve los méritos de su aporte a la sociedad. El tercero en discordia, Steve Jobs, nos dejó en 2011, víctima del cáncer.

 

Desde luego, Huang se ha transformado en una celebridad instantánea, mimado por la prensa y en general por todos los amigos del dinero. En un video viral puede vérselo en una suerte de convención, firmando autógrafos a los fans, incluyendo una señorita que le pidió que le autografiara el corpiño que llevaba puesto. ¡Qué lindo cuando a la gente le va bien!

 

Chips.

 

Nvidia fabrica unidades de procesamiento gráfico (GPUs), e interfaces de programación (APIs), pero sobre todo es conocida por su fabricación de chips de última generación. Aunque toda su actividad la lleva a cabo en California, su domicilio fiscal está en Delaware, esa suerte de Islas Caimán que tienen dentro de EEUU para evadir impuestos y lavar dinero.

 

El éxito meteórico obtenido se relaciona con la explosión de la inteligencia artificial, el último grito de la moda tecnológica, para la que fabrica unos chips muy específicos. La IA, por cierto, es un invento que ya le permite a la humanidad desentenderse de tareas lúdicas tales como escribir canciones, poemas o novelas, pintar cuadros y demás, lo cual nos deja tiempo a los humanos para tareas tales como fregar los pisos y los inodoros.

 

Curiosamente en el relato oficial de este cuento de hadas aparece invariablemente ausente un dato crucial: la "ley de los chips" que impulsó Joe Biden en 2022, que regó de subsidios a la industria de los semiconductores, por un monto total de 52 mil millones de dólares, más incluso que el paquete de ayuda a Ucrania. Y es que, cuando la pandemia, se produjo una serio desabastecimiento de esos elementos esenciales para la vida moderna (hay chips no sólo en las computadoras, sino también en autos, lavarropas, acondicionadores de aire, drones y misiles balísticos) y hasta ese momento el principal proveedor era Taiwán. Esa isla siempre a tiro del zarpazo de China.

 

Industria.

 

Esa es, en realidad, la historia de todas estas fortunas nacidas al calor de la industria tecnológica, de la computación y de internet. Siempre acuden a la famosa fábula fundacional de los chicos rebeldes que abandonaron la universidad y montaron su emprendimiento en un garage de la casa paterna. Siempre en un garage: el cuentito ya parece menos creíble que el marido infiel cuando aduce haber sufrido una abducción extraterrestre.

 

Estos súper-planeros, vagos mantenidos por el Estado, son los que hoy idolatra el oficialismo argentino, al punto tal que todos los viajes al exterior tienen casi como único objetivo el besuqueo y la foto con alguno de ellos. Se dice que se están atrayendo inversiones para el crecimiento de la economía, pero de momento lo único que viene creciendo es el ego presidencial.

 

Y, por cierto, la de los subsidios no es la única lección que debería aprender nuestro gobierno: estos generosos incentivos han sido creados, allá en EEUU, y en tiempo real, para favorecer a la industria local, paliar la dependencia de manufacturas extranjeras, y crear fuentes de trabajo de calidad para los norteamericanos.

 

La palabra clave aquí es esa: "industria". Las tres principales compañías del mundo se dedican, precisamente, al diseño y fabricación de productos relacionados con la electrónica. En momentos en que el desquicio del capitalismo ha llevado a que los activos generados por el sistema financiero internacional cuadrupliquen el PBI global, siempre vale la pena recordar que vivimos en un mundo de objetos, no de papeles.

 

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